Hoy tomaba agua de limón con chía y alguien me pregunto que eran las “cositas” que flotaban en mi agua… eran nada más y nada menos que CHÍA.
Me di cuenta de que no mucha gente conoce este denominado "súper alimento", así que decidí hacer este post para dar a conocer esta maravillosa semillita, que por increíble que parezca, a pesar de sus bondades, aun hay mucha gente que no tiene el gusto de conocer.
Empecemos por presentarla debidamente: Su nombre científico es Salvia Hispanica L, pero para l@s amig@s la dejaremos en Chía… es una planta herbácea que crece hasta un metro de altura, compuesta de hojas y ramilletes de flores entre purpuras y blancas, aunque en realidad se cultiva para aprovechar sus semillas, que son las que se utilizan como alimento. Actualmente es cultivada en México, Guatemala, Nicaragua y Bolivia.
Las semillas de chía son una gran fuente de fibra y antioxidantes, calcio, proteínas y ácidos grasos omega 3 (ácido alfa-linolénico). Su composición nutricional es la siguiente: 20% de proteína, 40% de fibra alimentaria (5% fibra soluble de muy alto peso molecular) y 34% de aceite; sobre el 64% de ese aceite, esta conformado por ácidos grasos omega 3; no contiene gluten, por lo que es apta para celíacos y hasta el momento no se conocen componentes tóxicos en ella.
En palabras más claras, digamos que todo lo anterior se resumen en que la chía tiene un alto contenido de proteína (¿quién necesita la carne? ¡jum!), el doble de potasio que los plátanos, 3 veces más antioxidantes que los arándanos, 3 veces más hierro que las espinacas, 5 veces más calcio que la leche de vaca y 7 veces más omega-3 que el salmón… ¿Cómo les quedo el ojo, eeeh?
Y como este post ya se fue un poco más largo de lo que planeaba, escribiré otros 2, uno para dar a conocer los beneficios de su consumo y otro con ideas para consumir esta bendición en forma de semilla.
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